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En marzo de 1937, a los 16 años, fui promovido a “Unterprima”, penúltimo
año de secundaria en el Liceo “Oberstädtisches Realgymnasium”, de
Berlín. Ese año, el rector del colegio citó a todos los padres de
los alumnos judíos y les recomendó sacar a sus hijos del colegio,
ya que no podía “garantizar su seguridad física”. Así, mi padre me
matriculó en la “Jüdische Real Oberschule”. Mi hermana Hilla, de 12
años, también forzada a abandonar el “Kleist-Lizeum”, fue transferida
a otro colegio judío de Berlín. |

Certificado de colegio de Rudi, indicando abandono de estudios por
emigración. |
Un año más tarde, en mayo de 1938, fui
citado a la policía local de mi barrio, e informado de que, a partir
de ese día, estaría “bajo vigilancia policial”, hasta que pudiese
demostrar una visa de inmigración a otro país.
En otras palabras, estaba siendo expulsado de Alemania, el país donde
había nacido, y antes de mí, mis padres y mis abuelos.
Nadie estimó necesario darnos explicación alguna al respecto.
El círculo de constante y creciente amedrentamiento antijudío
en Alemania se cerraba sobre nosotros.
Mi vida se convirtió en una rutina angustiosa de presentarme
tres veces al dia en el local de policía: |
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